Si bien la CABA se ha distinguido por tener una muy buena infraestructura para el tratamiento del agua y entre la comunidad se conoce que su agua potable es sana, suelen presentarse factores externos que afectan la calidad de la misma y por los cuales muchos ciudadanos prefieren no confiar en la inocuidad del agua que sale de las canillas de sus hogares.

En Argentina, a lo largo del país, un gran número de usuarios cada vez más recurre a métodos intra-domiciliarios para subsanar deficiencias de la calidad del agua suministrada a nivel gubernamental

Una de las listas más completas de los contaminantes que pueden estar presentes en el agua potable, la tiene publicada la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, (EPA). En dicha lista se mencionan también los posibles riesgos a la salud, las fuentes de contaminación de donde provienen, y el límite permitido del contaminante en el agua para este país.

No obstante a continuación detallamos una listamos de los contaminantes más comunes o de mayor atención:

Plomo: El plomo es un elemento muy peligroso para la salud humana, es bien conocido que causa problemas en los riñones y en el sistema nervioso. En Argentina y en ciudades muy industrializadas, se encuentran grandes cantidades de plomo descargado en la red de agua, desatando complicaciones neurológicas en aquellas mamas embarazadas y en el desarrollo posterior de su hijo en el vientre.

Cloro: El cloro se encuentra en concentraciones no tóxicas en muchos productos domésticos, incluyendo el agua de las piscinas o los limpiadores y blanqueadores suaves. Sin embargo, la ingestión o inhalación de cloro puede causar daños graves a los pulmones y otros órganos. De hecho, se ha utilizado el gas cloro y sustancias relacionadas con éste como armas químicas.

El uso experimental del cloro empezó en la década de 1890 para combatir enfermedades transmitidas a través del agua como el cólera y la tifoidea. El uso del cloro ganó una gran popularidad por su bajo costo y su alta eficiencia en eliminar todos los microorganismos presentes en el agua.

Por otro lado, el cloro reacciona con materias orgánicas que pueden presentarse en el agua, y crear una familia de compuestos llamados Trihalometanos, que en altas dosis y a largo plazo se manifiestan como depresores del sistema nervioso central y afectan las funciones del hígado y los riñones. Ya se han hecho estudios que los vinculan con el cáncer de colon y vejiga.

La respiración de pequeñas cantidades de cloro durante cortos periodos de tiempo afecta negativamente al sistema respiratorio humano. El cloro entra en el cuerpo al ser respirado al bañarse con agua municipalmente clorada o al ser consumido por comida o agua contaminadas con cloro. Los efectos del cloro en la salud humana dependen de la cantidad de cloro presente, y del tiempo y la frecuencia de exposición.

Microorganismos: Teóricamente, agua tratada por cloro ó cloramina, como es el caso de la mayoría de las fuentes municipales, está libre de bacteria. Sin embargo, hay un pequeño grupo de microorganismos, categorizados como quistes ; este grupo incluye gusanos microscópicos, parásitos, y protozoos. Los más peligrosos son los conocidos como la giardia y el criptosporidio , que causan diarrea, deshidratación, desórdenes intestinales y hasta la muerte en algunas personas con sistemas inmunológicos deficientes.

La giardia tiene un tamaño de siete a catorce micrones, y el criptosporidio de tres a cinco micrones. Cuando el ambiente donde se encuentra esta bacteria se vuelve inhabitable (por ejemplo, en la ausencia de agua ó en la presencia de cloro en el agua), ambos parásitos pueden adoptar la forma de quistes, de manera que se transforman en un huevo duro y redondo, de membrana impermeable. En este estado, el cloro no afecta a estos parásitos, y por lo tanto son muy difíciles de matar.

Por otro lado, bebiendo agua de una fuente natural, como un manantial o un pozo, corremos el riesgo de estar vulnerables a la contaminación por bacteria. Hasta en las fuentes más puras no se puede prevenir una ocasional contaminación de plantas ó animales, ó contaminación en áreas vecinas. Nuevamente, todas las tuberías (las que se usan en el transporte de la fuente natural hasta el recipiente) representan un medio propicio para el crecimiento de bacteria.

Arsénico: La presencia de arsénico en las aguas se puede explicar como resultado de la utilización, a veces excesiva y sin control, de productos relacionados con actividades agrícolas, la jardinería y limpieza de malezas, como son los fungicidas, insecticidas y plaguicidas en general. Muchos de ellos tienen arsénico como compuesto tóxico, por que su utilización está indicada para erradicar diversas plagas.

Las principales rutas de exposición de las personas al arsénico son la ingesta e inhalación. El arsénico es acumulable en el organismo por exposición crónica y superados ciertos niveles de concentración. Puede ocasionar afecciones como alteraciones de la piel (relajamiento de los capilares cutáneos y la dilatación de los mismos), lesiones dérmicas (neoplasias de piel), vasculopatías periféricas ("enfermedad del pie negro"), además de enfermedades respiratorias; neurológicas (neuropatías periféricas), cardiovasculares y diversos tipos de cáncer (pulmón, rincón, hígado, vejiga y de piel).

Además, personas que ingieren de forma prolongada arsénico inorgánico, vía agua de bebida, pueden presentar hiperqueratosis palmo- plantar cuya manifestación principal es la pigmentación de la piel y callosidades localizadas en las palmas de las manos y pies.

Algunos estudios de toxicidad del arsénico indican que muchas de las normas actuales basadas en las guías de la OMS son muy altas, y plantean la necesidad de reevaluar los valores límites basándose en estudios epidemiológicos; por ejemplo, en Argentina se estima que el límite se debe reducir de 0,05 mg/l a 0,01 mg/l. En otros casos, podrían aumentarse dichos valores de acuerdo a las condiciones regionales. En América Latina ha podido apreciarse que a niveles similares de arsénico en diferentes condiciones (climatológicas, de nutrición y otros) el nivel de afectación es diferente.

La ingestión permanente de aguas contaminadas por sales de arsénico origina el llamado
hidroarsenicismo crónico regional endémico (HACRE), muy frecuente en numerosas regiones del planeta.

Se asocia el origen de esta enfermedad con el consumo de agua con altas concentraciones en arsénico a lo que se une el excesivo calor de estas zonas. Estos dos factores hacen que los adultos de estas regiones contraigan lesiones irreversibles que les incapacitan para el trabajo, incluso, ocasionalmente, les puede provocar la muerte. Los primeros síntomas suelen aparecer entre la pubertad y la edad adulta, aunque puede aparecer en edad escolar.